4.- Consejos prácticos para preparar la entrevista con el psicologo. Los tests

No es habitual que el psicólogo te explique de antemano las pruebas que va a realizar. Consisten casi siempre sólo en tres cosas: lo que ellos llaman “entrevista semiestructurada”, la “observación de la interacción” y los test o pruebas psicométricas. No siempre siguen el mismo orden.

La entrevista simestructurada: En la jerga de los psicólogos llaman “estructurada” a la entrevista en que se sigue un cuestionario cerrado. Con los psicólogos de los juzgados nunca hay cuestionario, y en general comprobarás que el perito realiza la entrevista con un folio en blanco delante donde va anotando las impresiones que considera relevantes de lo que tú contestas, a veces entrecomillando algunas frases tuyas. No te debe sorprender que pasen varios minutos o bloques de preguntas sin una sola anotación. Tampoco te desconcierte el que no te haga caso cuando tú intentes recalcar aspectos que consideras claves en el conflicto. Antes de entrevistarte el psicólogo generalmente ha echado un vistazo al sumario y sabe de antemano en qué tres o cuatro conceptos tiene que centrarse (incomunicación, conflictividad, discrepancias pedagógicas, resistencia obstativa de la madre, etc ), por lo que te preguntará sobre todo en torno los hechos o afirmaciones tuyas que puedan confirmar en esos tres o cuatro temas sus impresiones previas sobre la custodia en conflicto. Más adelante se exponen cuales suelen ser los lugares comunes de los psicólogos contra la custodia compartida y en qué medida se pueden desmontar desde la misma entrevista.

Por otra parte, el psicólogo sabe que se le va a pedir la ratificación judicial, es decir, que aclare y confirme de palabra en el acto del juicio lo que ha escrito en el informe, por lo que siempre reconduce a términos “científicos” datos fácticos o valoraciones subjetivas que sí se le podrían discutir desde la constatación empírica o desde el sentido común. Ese proceso se materializa a través de las notas que va tomando en tu presencia, sobre las que luego redactará el informe.

La “interacción” con tus hijos: Antes o después de la entrevista “semiestructurada”, el psicólogo hará pasar a los niños al despacho juntamente contigo, pero no es habitual que reúna a todos los miembros de la familia. En ocasiones los niños sólo son explorados en presencia de la madre o solos, pero no contigo o incluso no se les cita el mismo día que a tí. Este punto puede ser denunciado por tu abogado ante el juzgado, incluso antes de que se emita el informe, explicando que se ha prescindido de un elemento indiciario clave según los propios protocolos de actuación de los equipos y que el informe está de antemano viciado de nulidad.

La presencia de los niños contigo es para comprobar la “interacción”, o sea, cómo se portan en tu presencia y tú con ellos, y qué tal os comunicáis Aquí, la presión situacional condiciona la actitud de los niños: saben que les van a preguntar con quién quieren vivir, seguramente les han inducido lo que tienen que contestar, han venido al juzgado acompañados de su madre y de otro u otros parientes maternos, han perdido un día de colegio y lo han tenido que avisar a compañeros y profesores, etc. Todo lo que dicen y hacen delante del psicólogo es artificial y forzado: según no pocos especialistas esta prueba así practicada es absolutamente inútil cuando no perjudicial.

Tu actitud debe ser simplemente la de aparentar normalidad cuando los niños estén delante, sin hacer con ellos nada desacostumbrado (por ejemplo si os saludáis normalmente con un “hola” no intentes darles un beso para aparentar más intimidad). Por eso debes intentar hablar algo con ellos en la sala de espera para que ese día no te vean por primera vez delante del psicólogo, evitando cualquier reacción llamativa (por ejemplo que alguno de los niños llegue enfurruñado contra ti por haberle regañado justo antes o haberle negado un capricho). En general el psicólogo no sacará ninguna conclusión especial de este acto y se limitará a consignar en el informe que “se observa una adecuada interacción”.

Los tests:

Los tests que os obligarán a rellenar a los padres y a los niños generalmente no van a ser la base de las conclusiones que emita el psicólogo. En los protocolos de actuación de los equipos psicosociales se han generalizado estos tests por inercia con las técnicas de la psicología clínica o de la psicología laboral, para dar mayor apariencia de rigor científico a su intervención, pero es sabido por todos que los que se utilizan no están adaptados al ámbito forense y su valor indiciario es muy reducido.

En psicología hay dos tipos de pruebas: las psicométricas y las proyectivas. Las primeras sirven para medir o cuantificar en porcentajes o proporciones matemáticas un rasgo mental o de conducta, por ejemplo la inteligencia. Suelen ser cuestionarios a veces larguísimos con contestaciones alternativas o de distintas variables y su característica principal es que son cuantificables, lo que permite comparar grupos de sujetos y en teoría sus resultados son objetivos, no sujetos a la valoración personal de psicólogo.

Las pruebas proyectivas intentan descubrir aspectos de la personalidad del individuo, interpretando con criterios supuestamente científicos sus reacciones (“proyecciones”) antes estímulos predeterminados. Quizá el ejemplo más claro sea el famoso test de Rorschach, en que se le enseñan al explorado láminas con manchas de tinta amorfas. Se usan sobre todo en psicología clínica y son muy del gusto de los psicoanalistas. No son cuantificables, sino que facilitan valoraciones cualitativas sobre una u otra característica de la personalidad, y no son objetivas, sino que las conclusiones están sesgadas por la interpretación del psicólogo y por su propia pericia y nivel técnico.

En el juzgado no deberían someter a nadie a ninguna prueba proyectiva, pero tus hijos y a veces los padres seguramente las padecereis. Éstos son algunos de los tests a los que normalmente te someterán los peritos del equipo judicial:

-Cuestionario Cuida: Es un tests de personalidad dirigido sobre todo a valorar la capacidad del sujeto para asumir funciones de cuidado de otra persona. En la versión que usan en la actualidad te plantearán 189 cuestiones, redactadas en forma afirmativa en las que tienes que elegir una de entre cuatro alternativas, marcando la correspondiente casilla: “totalmente de acuerdo, bastante de acuerdo, bastante en descuerdo, totalmente en desacuerdo”. Es fácil conseguir el cuestionario porque se ha generalizado su uso en temas de adopciones, sobre todo internacionales, y está en pdf varias páginas web de asociaciones de padres adoptantes, así como también en las de familias y padres divorciados; tu abogado podrá conseguírtelo. Es importante que, tras informarte sobre él lo rellenes en casa y repases luego tus contestaciones para comprobar la imagen que das en cada uno de los temas y detectes los casos en que has incurrido en contradicciones. Esta prueba ha sido muy criticada por su sesgo exploratorio y por su fácil manipulabilidad. (En Cataluña fue prohibida su utilización en las selecciones de padres adoptantes.) El sesgo consiste en que valora con preferencia los estilos educativos permisivos, lo que condiciona su aplicación a pleitos sobre custodia. Lo cierto es que las madres suelen conseguir en este test resultados mejores que los padres en cuanto a su idoneidad como cuidadores, por lo que es muy del gusto de los equipos judiciales que tienen sus propios prejuicios sobre el tema. La manipulabilidad deriva de que las preguntas están planteadas con tal descaro que quien hace el test se da cuenta según va contestando de cuál es la respuesta preferida por quien ha redactado el cuestionario, y en teoría, cual es la que se ajusta a lo que se espera de ti social o legalmente. Para evitar contestaciones falsas, te plantean la misma cosa con pequeños matices o distintas construcciones gramaticales varias veces a lo largo del cuestionario, y en preguntas distanciadas entre sí. Es fácil prepararse para contestarlo de modo que por lo menos no se pueda sacar ninguna conclusión válida sobre la atribución de la custodia ni se detecten graves discrepancias con el estilo educativo que resulte de lo que conteste tu exmujer. Las 189 preguntas giran en torno a catorce temas que se explican seguidamente, especificando qué valora como positivo el test, para que sepas en qué sentido hay que contestar a cada uno de ellos para que el resultado del test sea favorable a tus pretensiones:

Altruismo: Se pretende que demuestres querer la custodia de tus hijos exclusivamente por afecto sin esperar nada a cambio. El cuestionario lo aplica también a otras situaciones de generosidad para con los demás.

Sociabilidad : Facilidad y gusto por las relaciones con los demás.

Capacidad de establecer vínculos afectivos o de apego: Un paso más que lo anterior, o sea, no solo relacionarse socialmente, sino tener sentimientos hacia los demás.

Apertura: Aceptar, a tus hijos y a los demás, como son y no como a ti te gustaría que fueran.

La empatía: Ponerse en lugar del prójimo, respetando que sea como es.

Asertividad: Saber expresar lo bueno y lo malo y aceptar que te lo digan.

Capacidad de resolver problemas: Se espera de ti que los abordes sin echarte atrás, sepas plantear distintas maneras de resolverlos y tengas constancia en buscar la solución.

Reflexividad: Pensar y escuchar antes de decidir y de ejecutar decisiones.

Independencia: Decidir por ti solo sin tener que buscar siempre la protección de otros.

Equilibrio emocional: Saber controlar tus nervios, sobre todo frente a los problemas.

Flexibilidad: Estar dispuesto a adaptarse a situaciones cambiantes.

La tolerancia a la frustración: No hundirse cuando no has conseguido lo que pretendías o te ilusionaba.

La capacidad de resolución del duelo: Una variante de la anterior en terminología típica de cierta concepción de la psicología.

Autoestima: Valoración de ti mismo. Debe ser alta, se supone que para estar en condiciones de transmitir valores e ideas a tus hijos. Una falsa modestia al hacer el test inducirá al psicólogo a considerar tendencias depresivas o suicidas, adicciones, o bipolaridad, quizá por no haber habido asumir el fracaso de tu matrimonio.

- El Inventario Clínico Multiaxial de Millon, MCMI-III, (se pronuncia “test de mílon”): Es un instrumento característico de la psicología clínica que está diseñado para detectar psicopatologías y, esencialmente, para decidir acerca del tratamiento que hay que aplicar a personas con graves problemas emocionales o de conducta, que suelen estar ya en psicoterapia al hacer el test. Desde luego no es un instrumento de personalidad general y escandaliza a los profesionales de prestigio que su utilización se haya generalizado por parte de los equipos psicosociales en los pleitos sobre custodias, entre otras cosas porque el obligar a hacerlo en el juzgado a quien realmente padece patologías psiquiátricas le resta valor para futuras terapias.

Son 175 preguntas para contestar sólo con alternativa de verdadero o falso. Pretende detectar cuatro concretas alteraciones de personalidad (esquizoide, antisocial, agresivo y autodestructivo) y cinco síndromes clínicos de ansiedad (alcoholismo, abuso de drogas, pensamiento psicótico, depresión mayor y trastorno delirante). Quizá tu mayor preocupación debe ser la de superar la indignación sin exteriorizarla ante el psicólogo por tener que contestar semejantes impertinencias, de las que puedes deducir que desde la administración de Justicia se sospecha de tu salud mental sólo por el hecho de querer convivir con tus hijos pese a estar divorciado. La manipulabilidad del cuestionario es aún mayor que en el anterior, y lo puedes conseguir desde las asociaciones cívicas de familias y padres. Por eso no hacen falta instrucciones especiales: a la inmensa mayoría de preguntas hay que contestar “falso”. Puede ser conveniente que tu abogado plantee ante el juzgado o ante los mismos peritos en la ratificación judicial la absoluta inadecuación del test para la finalidad perseguida; le será fácil conseguir escritos doctrinales y científicos en apoyo de esta tesis.

Los tests para los niños.- Para salvar la apariencia científica de los informes de los equipos psicosociales respecto de los niños, la observación y la entrevista semiestructurada se quedan claramente cortos incluso desde los parámetros de de los propios peritos judiciales. Por supuesto, los dos peritos mantendrán alguna conversación con tus hijos, generalmente juntos para que se apoyen entre sí y se sinceren más, y muchas veces a solas, sin que haya manera de comprobar si lo que recogen en el informe es realmente lo que los niños han dicho. Pero difícilmente utilizarán sus manifestaciones como argumento principal o único de las recomendaciones finales.

Por eso, además de las simples manifestaciones de los niños los psicólogos suelen someterlos a uno o varios tests, algunos de carácter proyectivo, consistentes esencialmente en ponerlos a dibujar.

El peligro de los test de los dibujos es que al ser pruebas proyectivas, su valoración es predominantemente subjetiva por parte del psicólogo, lo que da margen a que refleje sus propios prejuicios científicos o ideológicos, o se deje llevar por la misma presión del entorno judicial sobre el propio perito en contra de las pretensiones de los padres y de la custodia compartida. Por eso, desde el punto de vista procesal y en tanto se modifica la legislación sobre este tema, quizá sea más práctico que discutir en juicio el valor de estas prueba o la manera de practicarla de ese concreto perito, el anticiparse a desmontar el valor de la misma desde los mismos parámetros supuestamente científicos que utilizan los psicólogos. A continuación van algunas sugerencias en relación a las tres pruebas más habituales.

El test de la familia de Corman: Se trata de pedirles a los niños que pinten no concretamente su familia, sino “cualquier familia”, tranquilizándoles con que no hace falta que salgan bien. Al final les preguntarán qué es lo que han pintado, quién es cada uno de los personajes, dónde están y por qué alguno no sale. Hasta los niños más torpes saben por supuesto que les están pidiendo que pinten a su propia familia y que están en ese sitio por problemas de sus padres. La prueba es artificial, inadecuada y por supuesto manipulable.

Los psicólogos interpretan el dibujo del niño con los siguientes criterios: Si el padre no sale en el dibujo, aparece en segundo plano, le ha pintado más pequeño, menos detallado o con los rasgos menos marcados, está aislado del grupo, le ha pintado solo con lápiz sin colores o con colores distintos de los del grupo, es porque en la percepción del niño su padre es un personaje desvalorizado. El psicólogo interpretará especialmente en contra tuya que el niño pinte una casa en la que la madre y los hermanos están juntos fuera de ella y el padre no aparece. Si utiliza líneas curvas y variadas al dibujar un personaje, es porque le quiere y valora más que si usa líneas rectas y angulares. La parte del folio en que el niño dibuje y la proporción que ocupe expresa sus sentimientos: lo que pinta arriba son sus ilusiones y sueños, lo que pinta abajo indica temor y depresión; lo que pinta a la derecha expresa el futuro, esperanza en el porvenir, lo que pinta a la izquierda expresa el pasado. Si los dibujos son grandes es síntoma de vitalidad y extroversión, si son pequeños, de timidez; si los trazos son fuertes, de liberación o a veces de violencia, si son débiles de inhibición. Si todas las figuras son simétricas o se repiten personajes, es que el niño está oprimido por la presión de reglas que le hacen inhibir su espontaneidad, te lo podrán interpretar como indicio de que el niño padece un “estilo educativo represivo”.

Es ocioso decir que dos divertidas tardes de emborronar folios en compañía de tus hijos permitirá adaptar su iconografía familiar a las preferencias de los psicólogos. Acudirán al juzgado sabiendo cómo tienen que pintar a su familia, y generalmente reconocerán al psicólogo que ya la han pintado antes muchas veces, con lo que el valor como prueba queda seriamente devaluado.

Parecidos son otras dos pruebas proyectivas, de raiz psicoanalítica y por tanto, de valor científico muy discutible y radicalmente inadecuados para la práctica forense.

El garabato de Winnnicot consiste en proponer al niño un juego consistente en que pinte lo que le dé la gana, a veces continuación de una raya que ha empezado el propio psicólogo, con la idea de que proyecte sus intimidades psíquicas a través del dibujo que salga. Tal como fue ideada la prueba exige un nivel de confianza con el entorno y con el explorador que jamás se da en un juzgado.

Para desmontar su supuesto valor indiciario basta con advertir al niño de que se lo van a hacer y repetirlo algunas veces en casa, hasta que se canse del juego y lo rechace, o automatice uno o varios dibujos de referencias concretas y sugeridas por ti o tu entorno. Por ejemplo, decirle que la raya que tú empiezas a pintar es la cola de un ratoncito que él debe terminar (lo que no es fácil para un niño), hasta que lo repita con resultado satisfactorio.

El test de Rorschach (se pronuncia “ror-saj”) consiste en enseñar al explorado diez láminas (se encuentran con facilidad en internet las más usadas) aproximadamente simétricas con manchas de tinta de aparentemente amorfas y preguntarle qué es lo que ve. Es una prueba muy conocida popularmente por haber salido en algunas películas famosas y es de las más desprestigiadas de entre todas las aportadas desde el no menos desprestigiado psicoanálisis. Es inadecuado aplicarlo a niños y carece de valor practicada segundas o posteriores veces. Desconcierta especialmente a los psicólogos decir que sólo se ven “mariposas raras” o “vertebras de animales”. Basta realizarlo una vez en casa con los niños sugiriendo interpretaciones para quitarle todo valor como prueba: la rechazarán enseguida porque termina siendo aburrida para ellos.

Test TAMAI: Test Autoevaluativo Multifactorial de Adaptación Infantil. La única prueba psicométrica que los equipos psicosociales suelen practicar a los niños es el llamado test Tamai. Está diseñado para el contexto docente y su aplicación al ámbito forense de las disputas por custodias es impugnada por especialistas. La preparación a los niños para este test puede ser importante porque el cuestionario está diseñado de tal modo que al realizar la prueba afloran sistemáticamente lo que los psicólogos llaman “discrepancias pedagógicas” entre los dos progenitores. Se trata de un constructo sobre el que los detractores de la custodia compartida suelen cimentar su recomendación contraria, en base al argumento de que tales diferencias revelan una incompatibilidad irreconciliable entre los estilos educativos de ambos.

Hay primero 105 preguntas en las que el niño debe contestar “si” o “no”, por ejemplo “me gustaría tener menos edad” (pregunta 1), o “me gustaría nacer de nuevo y ser distinto de como soy”” (pregunta 2). En este bloque se pretenden detectar problemas relacionados con tres posibles entornos de inadaptación del niño: inadaptación personal, (falta de autoestima, depresión, somatización de problemas de salud), inadaptación escolar (indisciplina, rechazo al centro, a los profesores o al aprendizaje) o inadaptación social (agresividad, rechazo a las normas, introversión).

La parte que suele fundamentar más informes periciales contrarios a la custodia compartida, y la razón por la que es útil para los Equipos Psicosociales, se encuentra en las 69 preguntas finales, las números 106 a 175, que se refieren a la situación familiar del niño. Empieza esta parte preguntándole por los hermanos y padres y con quién vive; a partir de ahí las preguntas 116 al final están planteadas para comparar las opiniones del niño respecto a la manera en que le educa su padre y su madre. Por ejemplo, la pregunta 116 dice “Me trata muy bien, como a una persona mayor” y las opciones son “Mi padre: sí-no”. “Mi madre: sí-no”. Con ello se intenta comparar los estilos educativos del padre y de la madre, en especial desde el nivel de aceptación del niño respecto cada uno de los dos, o sea, inducirles a que se chiven de sus críticas a sus padres sin tener que verbalizarlas. Se repiten preguntas con escasas variantes para detectar contradicciones o contestaciones inducidas, y se agrupan los resultados para su análisis informático en torno a los siguientes criterios: Educación asistencial frente a educación despreocupada; personalizada frente a impersonal; y sobre todo, educación permisiva frente a educación restrictiva, perfeccionista y punitiva.

Es unánime la opinión de los especialistas acerca de que el cuestionario está sesgado a favor de los estilos educativos permisivos, mayoritariamente aplicados por las madres incluso en las situaciones de normalidad familiar. Es decir; las preguntas inducen al niño a contestar más críticamente en contra de los estilos que valoran más la autoridad, el esfuerzo, o el castigo siquiera ocasional, que son generalmente las de los padres, y cuyo sesgo negativo contra éstos (contra los progenitores varones) se acentúa si los niños han presenciado discusiones entre los padres por discrepancias educativas. Por ejemplo, la pregunta 122 es “Me castiga o me riñe pocas veces, cuando es necesario”, estimula que se conteste en sentido de adjudicar a uno sólo de los dos padres el estilo más benévolo en la aplicación de correcciones, generalmente a la madre; pero la pregunta 140 le deja todavía menos margen para equiparar subjetivamente los estilos de sus dos progenitores, máxime si no viven juntos, al preguntar “MUY pocas veces me castiga o riñe”. Por si acaso quedaba algún margen para que el niño pudiera hablar bien de sus dos padres, se le ofrecen varias preguntas en las que, si uno de los dos progenitores no ha sido tachado antes de autoritarismo, el psicólogo pueda interpretar su benevolencia como desinterés.- Asi la pregunta 156 es ”Me hace poco caso cuando yo hablo”, la 158 “Habla poco conmigo” y la 172, el paroxismo de la ambigüedad interpretable en contra de uno de los dos “Es serio conmigo” (con el agravante de que es la única de las 175 en que la pregunta contiene un adjetivo expresado sólo en género masculino, o sea no pregunta “es seria conmigo” o “es serio o seria conmigo”…).

El cuestionario es de fácil acceso en internet, entre las asociaciones cívicas, a través de tu abogado e incluso a través del personal docente no necesariamente psicólogos, pues es de uso común en gran parte de los centros educativos de enseñanza primaria.

Es importante, especialmente si se cumplen todos lo demás parámetros para la custodia compartida, que tus hijos estén preparados de antemano para responder al cuestionario: esta prueba puede ser el último obstáculo que se plantee en éste ámbito para impedirte vivir con tus hijos. Tras hacerte con el cuestionario, se les debe plantear a los niños el responderlo como un juego o un entretenimiento, y permitirles que lo hagan solos y con la máxima espontaneidad, sin que teman tu disgusto aunque las contestaciones te dejen en mal lugar. Se le debe quitar importancia y formalidad al hecho, sin presionarles si no quieren hacerlo o lo dejan a medias, y una vez rellenado, no recogerlo de donde lo hayan dejado hasta después, restándole confidencialidad y secretismo.

Debes revisar las contestaciones, si es posible con la ayuda de un profesional, y detectar las contestaciones que podrían usar en el juzgado para dictaminar contra la custodia compartida. Sería ideal que tu hijo terminara contestando igual a todas las preguntas respecto del padre que de la madre, lo que desmontaría la posibilidad de los peritos de esgrimir el argumento de las diferencias pedagógicas. Pero aunque éstas existan, en todo caso se deben agrupar las contestaciones por temas, y con delicadeza, sugerirle que te explique todas aquellas contestaciones en que tú has quedado mal. Al principio es conveniente hacerlo sin relacionarlas con el propio test, y cuando estén detectados los problemas puedes incluso señalarle las contestaciones concretas de dónde has deducido cómo piensa, siempre sin el más mínimo indicio de crítica o censura.

Algunas de las críticas responderán a la técnica de inducción que preside el cuestionario. Por ejemplo, si ha dicho que sólo su padre “es serio conmigo”, ha podido querer decir que sólo es un poco más serio que su madre, o significar serio no como antipático o distante sino como alguien que siemprecumple sus promesas, tanto de castigos como de premios. Otras contestaciones exigirán un esfuerzo de comunicación por tu parte, quizá prolongado en el tiempo, para desmontar malentendidos y agravios comparativos con su madre. En otras ocasiones, las contestaciones habrán servido para detectar verdaderos problemas de relación personal, no necesariamente provocados por el divorcio, que deberán implicar cambios en la relación con tus hijos, tanto conectadas con el inmediato trámite judicial, como otros de carácter definitivo. En todo caso es conveniente repetir con algún tiempo de distancia otra vez la prueba, trivializándola una vez más y si es necesario vinculándola con algún premio o estímulo positivo. Eso te permitirá comprobar el alcance de las correcciones que hayas introducido, y para cuando tenga que hacer el test en el juzgado, les habrá alertado contra la técnica inductiva del cuestionario.