El maltrato a mujeres en España es una realidad. Sin embargo, la Ley de Violencia de Género no es la solución. Se trata de una norma preparada en las cocinas del feminismo radical. Javier María Pérez Roldán, abogado experto en temas de familia, describe en este artículo el calvario procesal al que puede ser sometido un hombre víctima de una denuncia falsa. ![]() La otra posibilidad es intentar defenderse en el juicio. Salvo que su abogado sea un auténtico experto en el tema, de ideas brillantes y de rápida resolución, la sanción es más que probable, y ello porque aunque la mujer se haya inventado la denuncia, no necesita aportar pruebas para obtener una condena. Basta con que repita sin confundirse lo que dijo a la policía al momento de presentar la denuncia. El juez sentenciará que, aunque no existen pruebas, el testimonio de la supuesta víctima es veraz, pues existe "persistencia en la incriminación", es decir, siempre ha mantenido la misma versión. Pero es más, si existe alguna pequeña contradicción, son capaces también de "descubrir" que dice la verdad por sus gestos, sus movimientos de manos o las inflexiones de su voz y estos datos (como establecen algunas sentencias) son suficientes para tener por cierta una denuncia. Lo curioso, respecto al testimonio de la víctima, es que los jueces permanecen anclados en el siglo XIX, pues hoy en día existen métodos científicos que permiten averiguar en muchos casos la veracidad o no de lo relatado (análisis de testimonios, máquina de la verdad, etc.). Así pues, se arrogan potestades que no les pertenecen. De hecho, si tan fácil les es a los jueces distinguir a quién miente de quien no por sus gestos, no se comprende por qué no se pasan la vida en el casino jugando al póker: ganarían todas las partidas al ser capaces de detectar al farolero. Debe tenerse en cuenta que muchas veces una mujer denuncia por despecho o por la pasión de un momento. Sin embargo, una vez que ha presentado la denuncia ya no puede retirarla, por temor a ser perseguida por denuncia falsa. Si al hombre le condenan a prisión, le imponen también una orden de alejamiento e incomunicación, por lo que durante años no podrá volver a acercarse a su mujer. Pues bien, si esta se arrepiente de su denuncia no podrán conciliarse ni volver a vivir juntos, pues aunque la mujer consienta, si les pillan juntos al hombre le condenarán a dos años más de prisión por desobedecer una orden judicial (la orden de alejamiento), y aunque la mujer decida declarar a su favor, nada se podrá hacer por evitar la condena. En fin, que el legislador verá así cumplido su fin: romper un matrimonio más. |
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